miércoles, 28 de enero de 2009

Antes de empezar a leer, siempre hay un momento de vacilación en que me pregunto: ¿pasará hoy? No lo sé; nunca lo sé de antemano, y en el fondo me es igual. Es la esperanza lo que me impulsa a seguir; no hay garantías, como si se tratara de una apuesta. Pueden llamarme soñador, ingenuo, o cualquier cosa por el estilo, pero estoy convencido de que todo es posible. Sé que las probabilidades y la ciencia están en mi contra. Pero también sé que la ciencia no es infalible; la experiencia me lo ha demostrado. Por eso creo que los milagros, por inexplicables o increíbles que parezcan, existen y pueden contradecir el orden natural de las cosas. De modo que una vez más, como todos los días, empiezo a leer el cuaderno en voz alta para que ella me oiga, con la esperanza de que el milagro que ha llegado a dominar mi vida vuelva a triunfar. Y quizá, sólo quizá, lo haga.

(...)
Allie: Vamos, Noah. Míranos!
Noah: ¿Qué hacemos?
Allie: ¿Crees que en otra vida pudiera haber sido un ave?
Noah: ¿Qué quieres decir?
Allie: Como la reencarnación.
Noah: No sé.
Allie: Yo creo que sí. Dime que soy ave.
Noah: No, no lo hagas.
Allie: Dime que soy un ave.
Noah: Basta! No lo eres.
Allie: Dilo.
Noah: Eres un ave.
Allie: Ahora di que también eres un ave.
Noah: Si tú eres un ave, soy uno también. (...)

"El cuaderno de Noah", Nicholas Sparks.

No hay comentarios:

Publicar un comentario